lunes, 23 de junio de 2014



Venganza y rencor -נקימה ונטירה
Por Rabina Judy Nowominski.


"No tomarás venganza ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19, 18)
La Torá menciona los términos: venganza y rencor y de ahí aprendemos que no son iguales porque generan actitudes disímiles. Sin embargo ambos están prohibidos.
Nuestros sabios de bendita memoria, preguntan en el talmud (Ioma 23 a) ¿Cuál es la diferencia entre venganza y rencor? Y presentan un ejemplo de cada una de las posibilidades.
Venganza es cuando una persona le pide fiado un machete a otra y no se lo facilita y al otro día el que no presto le pide un hacha, entonces la persona responde: no te lo presto del mismo modo que vos no me diste a mí.
Rencor es cuando alguien solicita un hacha y le responden: no. Al otro día aquel que dijo no, le pide el machete y le responde: aquí tienes, no soy como vos que no me facilitaste lo que te solicité.
Claramente la venganza es activa y una acción que produce un mal al otro de forma concreta, una especie de "ojo por ojo".
El rencor involucra guardar un sentimiento de odio en el corazón, algo que también está prohibido, aunque no implique represalia y aunque recompense a aquel que no fue generoso.
La justificación para esta prohibición de vengarnos y guardar rencor, está expresada en la Torá con el argumento: "amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Y nuestros sabios lo explican a través de un ejemplo hipotético: si una persona está cortando un pedazo de carne y se lastima la otra mano, ¿Se le ocurriría lastimar la mano que sostenía el cuchillo y cortaba? Así debe comportarse cada una de las personas del pueblo de Israel, pensarse a sí misma y considerar a su prójimo como un solo cuerpo, incapaz de hacerse daño a sí mismo.
Maimónides también escribe sobre este tema y dice que la venganza es un defecto grave, que debemos superar nuestras ofensas, resignar nuestro yo y no insistir en que el prójimo pague por cada perjuicio que nos ocasionó.
Dicen que si conseguimos perdonar y absolver a nuestros semejantes, esto intima a que también Dios quiera eximirlos de sus trasgresiones.
Me atrevo a agregar, humildemente, que el perdón quizás logre generar un cambio en el alma de la persona para un futuro y transformarla en mejor persona.
Quiera Dios que se cumplan las palabras de Raba en el tratado de Taanit: "Todo aquel que supera sus ofensas y controla su enfado, será perdonado de sus infracciones"